Mira siempre el lado positivo
Don Jose, originario de México, ha vivido una vida de trabajo duro.Desde joven, siendo el segundo de once hermanos, aprendió lo que significaba sacrificarse por los demás. Lavó carros, trabajó el campo, hizo jardinería, cargó herramientas… todo para sostener a su familia. Su motivación siempre han sido sus hijos: uno de ellos, José Apolinar, hoy es su socio de trabajo y de vida. Juntos, comenzaron un nuevo camino, primero cortando césped con una máquina pequeña los fines de semana. Luego, poco a poco, compraron herramientas, a veces con ahorros, a veces en secreto, confiando en que el esfuerzo daría frutos. Don Jose dice:"La vida me ha enseñado que cuando uno se cae, se levanta… y trabaja."
Lo que empezó como un pequeño proyecto creció en algo más. Remodelaciones, concreto, plomería, electricidad, carpintería: entre los dos, comenzaron a hacer de todo. José trajo su conocimiento de México y Carlos, su experiencia de toda una vida. Hoy sueñan con tener su propia compañía. Pero emprender no es fácil. Y por eso, Don Jose buscó apoyo financiero. Fue su hijo José quien le habló de la Cooperativa."Entré mal vestido, como siempre",bromea Don Jose con una sonrisa,"pero me atendieron con paciencia, con consejos, con cariño. Y aquí me quedé."
Desde entonces, Don Jose se convirtió en un socio activo, casi parte del equipo de la sucursal en Charlotte Meridian. Llega caminando, en carro, o lo traen. Se sienta, conversa, comparte fotos de su nieto, habla de sus planes. Para el personal, es más que un socio. Es familia.“Aquí no solo guardo mis ahorros,”dice Don Jose.“Aquí confío.” Y esa confianza es mutua. Porque en sus palabras, su ejemplo, su historia, hay algo que inspira a todos los que lo conocen. Don Jose sigue trabajando cada día. Cree que nunca es tarde para empezar, ni para ahorrar, ni para soñar. Lo repite a los jóvenes con los que trabaja, les enseña a valorar el tiempo, el dinero y la oportunidad.“Si puedes ahorrar cinco dólares, hazlo. Y si puedes invertir más adelante, mejor. Pero primero hay que aprender a guardar.”
Hoy, Don Jose tiene una pequeña casa, un terrenito, herramientas, ahorros. Pero más que eso, tiene esperanza. Ha visto a sus hijos graduarse, emprender, crecer. Y ahora acompaña a José, su hijo, en este nuevo sueño compartido.“Las cosas malas hay que tomarlas para bien,”dice.“Porque si no me hubieran pasado cosas duras… no estaría donde estoy.” Y gracias a socios como él, la Cooperativa Latina también sueña más grande. Con nuevos productos, nuevas cuentas para emprendedores, y nuevos caminos para quienes, como Don Jose y José hijo, buscan construir un mejor futuro juntos.