El Sueño Latino
Cuando Aurelio Ambrosio llegó a Charlotte, lo hizo como muchos otros inmigrantes: con sueños grandes, las manos llenas de trabajo, y el corazón lleno de esperanza. Originario del estado de Puebla, México, Aurelio comenzó su camino trabajando en un restaurante. Pero no pasó mucho tiempo antes de que descubriera una nueva oportunidad: la jardinería. Con la ayuda de un amigo, aprendió el oficio y, poco a poco, sembró las semillas de lo que hoy es su propio negocio de landscaping, donde ahora trabaja codo a codo con sus hijos.
La historia de Aurelio con la Cooperativa Latina comenzó gracias a un relator que lo orientó hacia el lugar correcto cuando buscaba cumplir uno de sus sueños más grandes: tener su propia casa. “Él me dijo, vamos a la Cooperativa Latina, ahí le dan el préstamo,” recuerda Aurelio. Y así fue. Con el apoyo de Verónica, una asesora que él recuerda con gran cariño, pudo obtener un préstamo hipotecario usando su ITIN, en un momento en que otras instituciones exigían muchos más requisitos. “Fue facilito,” dice Aurelio, destacando cómo la Cooperativa no solo entendía su situación, sino que también creía en él. La experiencia no se limitó a una transacción financiera. Fue el inicio de una relación duradera con una institución que, según él, ha sido clave en su desarrollo personal y profesional. “Con lo de la casa, el negocio, y poner el dinero a trabajar… todo eso me ha ayudado mucho.”
Pero no todo ha sido fácil. En uno de los momentos más difíciles de su vida, Aurelio lo perdió todo. “Me robaron todo,” comparte con voz serena pero firme. “Quería tirar todo, pero después dije, no, tengo que hacerlo.” Con determinación y el respaldo de su familia y la Cooperativa, Aurelio se levantó de nuevo. “Eso es lo que le digo a mis hijos… el sueño latino. Si uno lo sueña, hay que trabajarlo y hacerlo.”
Durante estos años, también participó en clases de educación financiera que ofrecía la Cooperativa en la sucursal de South Blvd. “A veces no conocemos, no tenemos idea, pero ellos tienen la herramienta o la idea de cómo decirte, haz esto, haz lo otro… y así va uno saliendo adelante.” Aunque nunca asistió a la ceremonia de graduación de esos cursos, el aprendizaje quedó sembrado en él. Hoy, Aurelio continúa adelante con su negocio, orgulloso de lo que ha logrado y agradecido por las personas que lo han acompañado en el camino. Menciona con aprecio a Jocelyn y a otros empleados de la Cooperativa, reconociendo su carisma, paciencia y disposición de ayudar. “En el banco hay excelentes personas. Te dicen ‘no se complique, aquí estamos para solucionarlo’. Eso no se encuentra fácil.”
Aunque ya ha alcanzado muchas metas, Aurelio sigue soñando. Tiene planes de comprar otra casa, esta vez pensando en sus hijos. Y tiene claro que, si necesita ayuda, sabe exactamente a dónde acudir: “Si ellos quieren salir adelante, podrían acercarse a la Cooperativa Latina. Por experiencia les digo, que a lo mejor, salen adelante.” Después de casi dos décadas en Charlotte, Aurelio aún vive en la misma casa que logró comprar gracias a Verónica y la Cooperativa. Ese hogar es más que una construcción: es símbolo de esfuerzo, resiliencia y comunidad. “Mire hasta dónde vamos,” dice con orgullo. Y no cabe duda, Aurelio Ambrosio ha llegado lejos.